La receta está sacada del libro de magdalenas de Xavier Barriga, aunque con algún cambio pequeñito adaptado a mis gustos...
Los ingredientes que vamos a necesitar:
Vamos allá. Lo primero de todo será hacer la Crema Pastelera y dejarla enfriar mientras realizamos el resto del proceso.
Escogemos dos boles bien grandes. En uno de ellos cascamos los 2 huevos y añadimos el azúcar, mientras batimos con las varillas eléctricas (yo uso el accesorio-barilla que trae mi propia batidora chusca) a velocidad baja. Sin parar de batir, añadimos la leche y cuando esté incorporada, el aceite, poco a poco.
Ya tenemos el tesoro preparado, ahora sólo nos queda cubrir la masa con un trapo limpio y dejar reposar, al menos 1 hora.
Pues al día siguiente, o después de ver un capítulo de Breaking Bad, o de Dexter, o de lo que más rabia os dé, volvéis a la cocina y ponéis el horno a calentar a 250º.
Cogemos el bol con la mezcla, y con unas barillas manuales le damos otro meneo importante.
Colocamos los moldes en una bandeja de horno. Yo normalmente uso moldes de silicona para magdalenas y no he tenido problemas nunca, salvo cuando regalo las magdalenas, que entonces tienen que salir de aquí desnuditas, y no quedan tan bien. Os recomiendo que compréis moldes de papel en cualquier ferretería o tienda especialiada. Quedan muy chulis.
Con una cuchara llenamos los moldes 1/4 parte de su capacidad. Después añadimos una cucharadita de crema pastelera. No pongáis demasiada, o puede que la masa de la magdalena no suba adecuadamente y se os queden tipo pelota de golf (lo digo porque me ha pasado). A continuación, con otra cucharada de masa, llenamos el molde hasta 3/4 partes.
Una vez llenos los moldes, pelamos la manzana y la cortamos en gajos que, laminaremos. Colocamos las laminitas de manzana en la superficie de la magdalena, tal y como nos parezca más bonico.
Sólo nos queda espolvorear un poquito de azúcar encima de la manzana.
Bajamos el horno a 210º y metemos la bandeja con nuestras magdalenas unos 15 minutos, o hasta que veamos que están doraditas y deliciosas.
Listo, Calixto.
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